viernes, 4 de febrero de 2011

Cómo nutrir las plantas con diferentes abonos

Uno de los principales secretos para la jardinería exitosa es utilizar tierras adecuadas, bien nutridas y con buena calidad de componentes, que permitan la germinación y el desarrollo óptimos para las especies vegetales que allí cultivemos. Y el abono es algo que no debe faltar. Podemos adquirirlo o prepararlo nosotros mismos, y no requiere de grandes gastos ni de mucho trabajo para mantener tierras abundantes y fértiles.

Podemos abonar las tierras al inicio del otoño, para procurar una buena estación fría para las plantas, y nuevamente en la primavera, para propiciar una buena floración y un desarrollo esplendoroso de nuestras plantas y cultivos.

Un abono adecuado debe incluir nitrógeno, fósforo y potasio en su composición, los cuales se pueden obtener a partir de compuestos producidos en laboratorio, o mediante la utilización de restos de materias orgánicas. Así, dividiremos los dos tipos principales de abonos en "orgánicos" e "inorgánicos", como veremos a continuación.

Lo ideal es utilizar abonos orgánicos, libres de compuestos artificiales, que no sólo nutren a las plantas, sino que además mejoran las calidades y el balance químico del suelo o la tierra de cultivo. Para hacer abonos orgánicos, podemos aprovechar desde restos de comida hasta excrementos de animales, como el guano o el estiércol de los animales de corral. También podemos complementar el abono con humus de lombriz, chips de maderas, turba y compost casero. Este abono puede ser utilizado en plantas de tierra o de maceta, de interior o de exterior.


Por su parte, otro método de abono es el denominado "abono mineral". El mismo es un compuesto elaborado a partir de elementos o materias orgánicas e inorgánicas, como es el caso de la urea, el amonitro, el superfosfato (u otros fosfatos), algunos cloruros y sulfatos. Estos abonos inorgánicos se presentan en forma líquida o sólida, y aunque pueden ser utilizados en plantas de interior, son por lo general más adecuados para cultivos de exterior

Para mantener abonadas las tierras, bastará con remover algunos centímetros de la capa de tierra de macetas, canteros o jardines, y espolvorear con el abono elegido. Podemos pasar un rastrillo u otra herramienta de jardinería para mezclar e incorporar bien la tierra con el abono, y sólo debemos luego dejarlo actuar, agregando más tierra o humedeciéndola. A lo largo del tiempo, las plantas, flores y los cultivos, recibirán los nutrientes necesarios para una germinación y un desarrollo ideales, que podremos disfrutar a lo largo del año.

Diferentes formas de preparar abono organico



Una manera de mantener la fertilidad de la tierra es incorporándoles abono. Y nada mejor que un abono orgánico, desprovisto totalmente de químicos.
Para preparar abono orgánico solo necesitamos un pedacito de tierra, paciencia y constancia.

Los restos de alimentos que nos sirven para preparar este abono son las cáscaras de huevos y de frutas, verduras, la yerba y el café usado, hojas, estiércol y algunos restos de poda.
También deberemos buscar algunos trozos de telas de algodón viejas o pedazos de chapa, para poder cubrir el pozo que vamos a realizar


Jamás debemos incorporar a nuestro abono orgánico restos de vidrios, huesos, carnes, plásticos o latas.

Lo primero que debemos hacer, luego de contar con los elementos básicos, es cavar un pozo de unos 50 cm de profundidad por unos 50 cm de diámetro.

Si queremos hacer solo un poco, podemos utilizar un tacho de 200 litros o similar, en el cual incorporaremos los “ingredientes” de la misma forma y procederemos igual en su cuidado.
En el fondo debemos ubicar los restos de poda, encima los residuos orgánicos y para finalizar, tapamos con un poco de tierra.

Todos los días se agrega un poco más de la tierra que sacamos cuando hicimos el pozo.
Mantener tapado con las telas y las chapas, e incorporar algunas lombrices para que ayuden a airear la tierra.


Si hace mucho calor, es conveniente regar el abono, ya que la humedad es indispensable para que el material se descomponga y pueda formarse.

El abono estará listo en unos 2 o 3 meses, si comenzamos a prepararlo en el verano. Si por el contrario, comenzamos a elaborarlo en el invierno, tardará alrededor de 5 meses en estar listo.

Para mayor seguridad, podemos ir revisándolo y cuando notemos que toda la materia orgánica que hemos colocado se ha descompuesto completamente, el abono estará listo para incorporar a nuestras plantas. Ellas lo agradecerán.